La mesa no es el territorio: a propósito de las "mesazas" revolucionarias

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La entrevista de Mirtha Legrand a Mauricio Macri y Juliana Awada es un ejercicio (más) de redundancia mediática. Podemos pensar que de pronto "las mesazas" se volvieron un espacio asambleario contra el presidente, sin embargo, queda claro: Legrand habla por Legrand, no por "la gente", que a fin de cuentas no sabemos qué significa ni a quién representa.

El rescate que ciertos sectores del kirchnerismo hicieron de la entrevista, elevando al heroísmo a la dueña de los almuerzos, sin dudas responde a la pragmática que siempre caracterizó al peronismo: lo que importa es usar lo que acontece, para luego desecharlo. Porque la política es un repertorio de lugares comunes que hay que explotar para sí.

Del lado del gentismo de Clarín y La Nación, salieron a brindar clases de periodismo y buenos modales, casi tildando a Legrand de populista, un adjetivo que reproduce la figura del monje negro en la opinión pública. Algo que no sorprende.

Los rostros televisados, en diálogo, situados en una escena que reproduce el ambiente oligárquico en tiempos de post-espectáculo, resuena con más virulencia en la sonoridad mediática, que los miles de docentes y trabajadores que se movilizan y enfrentan el ajuste del macrismo, o las movilizaciones por los Derechos Humanos que se desarrollan cada 24 de marzo.

Eso tampoco debería sorprendernos. La video-política nos muestra que toda crítica política no puede ser otra cosa que mediática.  Su código, sobreimprime y absorbe las contradicciones. El enfrentamiento entre Clarín, La Nación y Mirtha Legrand no debe confundirnos. Le hablan al vacío, proyectando, como el macrismo, un país imaginario. El mapa no es el territorio.


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